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Cannibal Corpse y Napalm Death unieron fuerzas y tembló Buenos Aires

Teatro Vorterix – 25/9/2018
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Dicen que la unión hace la fuerza y que cuando las manos se estrechan, todo se hace más ameno. Bueno, los planetas se alinearon y estas dos bandas enormes, poseedora cada una de ellas de una trayectoria indiscutible en la historia de la escena pesada mundial, decidieron compartir escenario en una gira por estas latitudes y el resultado y la respuesta de los fanáticos fue más que positiva.
 

Ambas con el estreno en nuestro país de nuevo material discográfico, llegaban con una propuesta atractiva y un show prometedor. Toda esa expectativa previa quedó corta, dado que lo que brindaron luego en vivo, superó todo lo pensado.

Con la performance inicial de los locales Morferus, la noche de aquel martes se encendía con una banda de Death Metal que se encuentra finalizando un nuevo disco de estudio que será un trabajo conceptual en el que las letras harán foco en los asesinos seriales de Argentina. Los oriundos de la localidad bonaerense de Temperley, abrieron el fuego extremo y marcaron el camino de lo que seguiría a continuación, en un recinto que se iba colmando de a poco.
Ya cuando promediaba la hora 20, uno a uno fueron ingresando los protagonistas de una de las dos agrupaciones principales, Napalm Death. El baterista Danny Herrera, primero; el bajista Shane Embury, en segundo lugar y el guitarrista John Cooke, luego. Finalmente, el último que hizo pie en el escenario del recinto de la Av. Federico Lacroze, fue quien, para mí, es uno de los mejores “frontman” que ha dado la escena, por actitud, por fuerza y por liderazgo. Estoy hablando de Mark “Barney” Greenway.
Los pioneros del Grindcore se hacían presentes una vez más en nuestro país, luego de aquella brutal presentación en 2016 en Uniclub, barrio porteño del Abasto, donde los 30 años de la mítica placa “Scum” eran motivo de celebración esa noche. La tranquilidad con la que hicieron el ingreso, fue algo que solo se extendió por apenas unos segundos y hasta que sonaron las primeras notas de “Instinct Of Survival”. Desarrollaron un setlist en el que se incluyeron no solamente los grandes clásicos más representativos, sino también las creaciones de sus álbumes recientes, como “Utilitarian” y “Apex Predator-Easy Meat”, sin dejar de lado su último disco recopilatorio llamado “Coded Smears And More Uncommon Slurs”, editado a principios de este año.
Con un sonido que fue mejorando notablemente con el transcurrir de los minutos, “Suffer The Children”, “Scum” y “Unchallenged Hate”, fueron interpretadas casi sin descanso, al igual que “Life?”, “Standarization” y “Narcoleptic”. Algo característico de la agrupación inglesa es la brevedad de sus composiciones, por eso la cantidad de tracks que pueden ser parte de sus listas. Haciendo hincapié en esto último, no hay mejor ejemplo para citarlo que “You Suffer”, la canción más breve de la historia de la música, la cual no pudo estar ausente aquella noche.
La locura que transmite Barney es increíble y la facilidad que tiene para viralizarla en el público presente, también. A tal punto que la respuesta (casi inmediata), fue: “Olé, olé, olé… Napalm, Napalm”, junto con un “Vamos, vamos, vamos Napalm Death…”. Tanto los riffs como el mosh, se adueñaron de cada interpretación casi sin descanso.  Mientras el cantante no para de moverse y hacer ademanes casi como fastidioso (algo que lo identificó siempre en cada concierto), “Breed To Breath” y el enorme cover de los Dead Kennedys “Nazi Punks Fuck Off”, fueron también de la partida. Las rastas de John se sacudían sin parar al igual que las cuerdas del bajo de Shane, quien se agachaba para tocar un instrumento distorsionado completamente.
Greenway habló bastante con la gente durante performance e hizo referencia a la dignidad y la felicidad que busca el ser humano a lo largo de su existencia y aprovechó la oportunidad para trazar un paralelo con la realidad socio-económica que le toca vivir a la Argentina por estos días y brindó un fuerte apoyo a los trabajadores en su lucha por una mejor calidad de vida. Se despidieron, bajo una catarata de aplausos, con “Siege Of Power”.
Tan sólo cinco minutos habían pasado de la hora 22 cuando, luego de una breve prueba de sonido por parte de los asistentes, los cinco protagonistas de la banda de Death Metal más trascendente en la historia extrema de la música pesada, se agolparon arriba del escenario del Teatro Vorterix de la Ciudad de Buenos Aires. Leve saludo de por medio, los tracks comenzaron a sucederse uno tras otro casi sin pausa alguna y la última producción discográfica del quinteto, “Red Before Black”, fue ganando protagonismo en los primeros instantes del concierto. “Code Of The Slashers”, “Only One Will Die” y “Red Before Black”, resultaron ser tres misiles disparados hacia un público que desataba un mosh violento con cada uno de ellos. “Scourge Of Iron”, del álbum “Torture”, fue la siguiente.
Cinco músicos monstruosos dieron sobradas muestras, una vez más, del poderío de una agrupación terrible, evidenciado por dos guitarristas que se complementan de manera maravillosa (Pat O´Brien y Rob Barret), junto con el legendario Paul Mazurkiewicz detrás de los parches y el referente de las cuatro cuerdas, Alex Webster, a quien por momentos, los dedos de la mano derecha no se le veían. Demás está describir a George Fisher en las voces. Si siempre dije que una de mis asignaturas pendientes era hacer una columna periodística acerca de la subsistencia del cuello del vocalista con el correr de los años, la pasada noche del 25 de septiembre me convenció aún más. Es de no creer, no para de sacudirse.
Mientras tanto, “Evisceration Plague”, “The Wretched Spawn” y “Kill Or Become”, se destacaban entre otras creaciones y animaban aún más la noche. Tímidos a la hora de la interacción con el público, desembolsaron un arsenal musical que golpeó en el pecho de cada uno de los presentes, con riffs intensos y blast beats demoledores. Repasaron también los clásicos de la vieja escuela, esos que catapultaron a la banda hacia la cima del metal extremo, tales como “Devoured By Vermin” y “Stripped, Raped And Strangled”.
El cierre estuvo a cargo (casi por obligación), de “Hammer Smashed Face”, una canción que supo bailar hasta el mismísimo Jim Carrey, con pasos pop y en camisa hawaiana, en la monumental película “Ace Ventura”. Los fanáticos, estallados y transpirados a más no poder, pedían por algo extra en materia musical. Pero no. Ahí fue cuando el telón se corrió y todo quedó en aplausos. Aplausos que fueron la devolución perfecta para dos bandas que supieron mantenerse vigentes con el paso del tiempo y entregaron todo en una noche inolvidable. Salud Cannibal Corpse, salud Napalm Death. Por más shows como este, en donde un par de titanes se abrazan y elevan hacia lo más alto sus puños bien cerrados. Esos puños que representan la tranquilidad para todos de que el metal vivirá por siempre.

Por Lucas Barrionuevo
Foto: Andrés Violante
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